Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

sábado, 24 de enero de 2015

Diario hepático






El lunes no había noticias. Nada de nada.

- Está a punto de “caer”, pero aún no nos ha llegado la autorización de la Comunidad.

A seguir esperando, me digo para mis adentros.

Regreso a casa con una mezcla de angustia, duda y desazón, y el convencimiento que el tratamiento puede ser cuestión de días o de una larga espera. Tengo pocas ganas de nada, vuelvo cabizbajo y apesadumbrado.

El martes en el sillón del dentista que me está poniendo el paleto caído, oigo zumbar el teléfono. Suena varias veces y de forma insistente.

- No será algo urgente?, me dice.

- No creo, nada que no pueda esperar, le contesto.

A la salida de consulta miro el registro de llamadas. Hay tres de un número de esos largos que empiezan por 630. Doy a la rellamada, un tono y al otro lado alguien me dice:

- Juan

- Si soy yo

- El doctor Calleja al aparato, me dice. Reconozco su voz.

Continúa:

- Ya tenemos el tratamiento, puede venir a por él.

El corazón me da un vuelco. No sé qué decir.

- Localíceme el viernes en endoscopias. Le extiendo la receta, le explico las instrucciones y retira a continuación la medicación en la farmacia del hospital. De acuerdo?

No me salen las palabras. Cierro la conversación de la mejor forma posible:

- Gracias doctor, allí estaré… hasta el viernes.

En vez de saltar de alegría, pegar un grito de desahogo… permanezco tranquilo, como digiriendo el notición. Llamo a Morgui y se lo cuento.

- Pero churri - me dice-, cómo es que estás tan apagado.

- No lo sé, -contesto.

Poco a poco voy siendo consciente de la buena nueva y mejorando el ánimo: Ya tengo el tratamiento salvador¡¡¡

Viernes.

Me presento a primera hora en el hospital. Hace un frío en la calle del carajo. Hay restos de nieve reciente y mucho hielo. Han esparcido sal por las aceras para evitar resbalones y caídas. Voy directamente a la segunda planta. En secretaría me identifico.

- Espere en la sala, ahora le avisamos.

No pasa mucho tiempo hasta que me llaman. Están en la consulta los dos médicos que me han visto últimamente. Nos saludamos. Me siento. Calleja como siempre directo y al grano. Es un gran especialista. Su tiempo es oro y hoy tendrá que ver muchos pacientes. Le noto animoso. Comentamos algunos asuntos recientes sobre la crisis que está habiendo en relación a la hepatitis C y el no acceso de todos los enfermos a los tratamientos de nueva generación. No es mi caso.

- Vd. tiene todos los condicionantes que los hepatólogos consideramos deben reunir los enfermos a tratar de forma urgente. Por eso nos hemos opuesto a los criterios de tratamiento establecidos por el Ministerio a nuestras espaldas. Sepa –no me cabe duda, pienso-, que estamos con Vds. y apoyamos sus demandas.

Me vuelve a insistir en argumentos que ya me había comentado con anterioridad en la consulta de diciembre:

- La queja que Vds. están haciendo está cada vez mas “politizada”, y eso no es bueno para nadie. Nosotros somos médicos y notamos que la presión de los enfermos en las consultas es cada vez mayor, exigiendonos actuaciones que no de nuestra competencia, sino de los responsables políticos. Y además -me dice-, el colectivo de enfermos al hacer interpretaciones científicas sobre el VHC, algunas veces se equivoca y se desprestigia. Dejen esa parcela a los que sabemos –me remata-.

No es el lugar ni el momento para entrar en debate con él, así que le escucho atentamente y doy la callada por respuesta. Se le nota seguro y convencido de lo que está diciendo. Esa honestidad que demuestra me gusta y lo dejo ahí, ya habrá ocasión mejor.

Me explica que han decidido incluir un tercer fármaco en el tratamiento, la ribavirina, que aumenta en unos puntos el porcentaje de éxito de la terapia, ya de por sí muy alto, en torno al 90%. Tiene el inconveniente -que ya conozco-, de provocar fuertes anemias, que en mi caso con el nivel de plaquetas tan bajo que presento, aparecerán con seguridad. Nada que no se pueda solucionar. Me comenta otra serie de síntomas que se pueden presentar durante las 12 semanas de tratamiento: nauseas, vómitos, mareos, cefaleas, picores en la piel, etc. Que los vigile y avise si son muy agudos.

Después a la farmacia donde me dan la artillería para 28 días de tratamiento a razón de ocho pirulillas diarias, en dos tomas cada 12 horas y siempre con el estomago lleno, para que sean eficaces.

En una bolsita de plástico llevo tres cajas que según las indecentes farmacéuticas y el mercado capitalista valen casi 20.000€. Es el tratamiento de un mes.

Ese tratamiento que no llega a todos los enfermos, que erradicaría esta grave y silenciosa enfermedad, ahorrando muertes innecesarias e ingentes cantidades de fondos que se destinan en la actualidad a trasplantes, hospitalizaciones y fármacos obsoletos.

EN ESPAÑA MUEREN AL AÑO 4.000 PERSONAS POR EL VHC, 11 AL DÍA, 2 CADA HORA

SI ESTAS MUERTES SE PUEDEN EVITAR Y NO SE HACE, LOS RESPONSABLES POLITICOS ESTAN CONTRIBUYENDO A ELLO, OMITIENDO EL DEBER DE AUXILIO SANITARIO A LA CIUDADANÍA

TRATAMIENTO PARA TOD@S YA

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