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martes, 13 de octubre de 2009

Los inquilinos de la Casa Real no pasarán frío este invierno

Hace unos pocos días, las autoridades españolas hicieron pública la decisión de congelar el presupuesto destinado anualmente a los gastos de la Casa Real. De modo que, al parecer, el próximo año la realeza contará con la misma cantidad de millones de euros que en el actual ejercicio: 8,9. Una cifra que, aun congelada, seguirá proporcionando calor, mucho calor y nunca frío a los inquilinos del palacio de La Zarzuela, con el heredero del Caudillo a la cabeza.

La noticia tuvo especial relevancia en los medios de comunicación reaccionarios –casi todos-, que subrayaron hasta la saciedad la “buena predisposición” del propio monarca al no aumento de la citada partida económica destinada, como todos sabemos, al mantenimiento de su familia y palacio, tal y como establece el artículo 65 de la intocable Constitución española.

La “generosidad” del Rey fue presentada como tremendo ejemplo de solidaridad en medio de la crisis que golpea a los habitantes del ibérico país –a unos más que a otros, por supuesto-, y también del resto del mundo. Pero, ¡vaya un detalle el de Juan Carlos de Borbón! ¡Como si hubiera renunciado a todos sus injustos privilegios y, humilde, se hubiese ido a vivir debajo de un puente! ¿Qué trabajador de este país no se conformaría con un “sueldillo”, congelado o hirviendo, de 1.500 millones de pesetas al año?

Conviene añadir –y de esto nada dicen los medios de comunicación- que los 8,9 millones de euros consignados en los Presupuestos Generales del Estado, para su libre distribución por parte del Rey, es muy probable que no sean la única aportación económica que la familia real reciba del Gobierno, es decir, del desfalcado contribuyente.

Como lo que suceda el próximo año obviamente todavía está por ver, expondré algunos ejemplos acaecidos durante el pasado ejercicio. Poco antes de acabar el 2008 y al margen de los ya mencionados 8,9 millones, el Ministerio de la Presidencia, vía Patrimonio Nacional y ya en plena crisis económica, otorgó 3,3 millones de euros -600 millones de las antiguas pesetas- con el fin de pagar a las seis empresas privadas que fueron elegidas para remodelar el palacio de La Zarzuela.

Las obras consistieron en la rehabilitación del edificio catalogado como R-15, cuyo monto económico ascendió a 1,5 millones de euros; la reforma de la piscina exterior del palacio –con 163.000 euros de gasto-; la ampliación y reforma del control de acceso al palacio -935.000 euros-; la ampliación de los almacenes de la llamada Zona P del recinto -300.000 euros-; las mejoras ornamentales en los jardines privados del palacio -30.500 euros- y, finalmente, con 78.000 euros de gasto, la renovación de las instalaciones eléctricas del palacio de Marivent, residencia veraniega de los reyes en Palma de Mallorca.

Y no fueron estos los únicos ingresos añadidos a la partida económica y general que cada año el Gobierno destina al mantenimiento de la Jefatura del Estado, de la monarquía impuesta por Franco y protegida con celo por gran parte de la clase política de este país tan “sensible” y “democrático”.

Tampoco informan los medios de comunicación que los algo más de seis millones de euros que succionan la mayor parte de los sueldos de los empleados del monarca no se financian con los 8,9 millones de euros congelados, sino con el dinero del Ministerio de las Administraciones Públicas; los viajes oficiales del Rey, la Reina y el Príncipe de Asturias tampoco restan ni un solo centavo a la citada partida, ya que estos son costeados por el Ministerio de Asuntos Exteriores; el mantenimiento de los vehículos oficiales de la Casa Real lo paga el Ministerio de Economía y Hacienda; y, para no extenderme demasiado, concluiré diciendo que los sueldos del Jefe del Cuarto Militar y los ayudantes del Rey los sufragan el Ministerio de Defensa.

No mienten cuando hablan de dinero congelado, pero tampoco dicen del todo la verdad. Tras la congelada entrada de los 8,9 millones de euros, la puerta del palacio de La Zarzuela ha sido cerrada para nuevas remesas de dinero público, pero las ventanas, que son grandes y cuantiosas, siguen abiertas todavía.

Demasiados e injustos privilegios para un Jefe de Estado que nunca ha sido elegido por el pueblo. No es extraño, pues, que la monarquía se sienta tan cómoda con la dirigencia española desde hace ya tantos años –con el PSOE incluso más que con el PP-, y que, en un acceso de sincero agradecimiento, el Rey, amenazante, llegara a decir: “No consiento que se hable mal de Franco en mi presencia”.

Disculpen, pero tremenda confusión la mía. ¿No nos habían enseñado desde niños que hijo de buena madre es ser agradecido?

Baraguá
Paco Azanza Telletxiki