Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

miércoles, 14 de agosto de 2013

Diario del estío (XLV)




Memoria
Una y mil veces la memoria me transporta a vivencias y sucesos acaecidos en mi juventud o más cercanos, pero lejos en el sistema de medición del tiempo en años. Son recuerdos que se repiten, que vuelven con regularidad, y con una reiteración para la que no encuentro explicación. Es de suponer que en este complejo sistema de la memoria, somos proclives a recordar aquello que nos produce nostalgia, lo que está rodeado de buenas vibraciones, las satisfacciones. Recordamos menos aquello que supuso un quebranto, perjuicio o experiencia negativa.
Es tal la fuerza y potencia de esos recuerdos, que siendo algunos de ellos viejísimos, se conservan íntegros, con profusión de detalles. Como el de aquel vendedor de manzanas acarameladas insertas en un palo largo, que en los recreos del colegio, nos mantenía informados mediante cartel de los KO consecutivos que llevaba el púgil vasco Urtain. Han pasado 45 años de aquello y la evocación sigue estando ahí. Como el incendio y la quema de la iglesia adjunta al instituto, que nos hizo desalojar despavoridos las aulas, rodeados de un humo espeso y olor a tea quemada. De esto último hace casi 50 años. Los hay más antiguos, pero empiezan a ser borrosos, aunque en parte han podido ser reconstruidos gracias a la existencia de fotos e imágenes. Y los hay sin data, aunque su color en blanco y negro, indica que son viejos, muy viejos.
Nuestra vida es un complejo mapa y puzle, con zonas sin leyenda y huecos en blanco. Alguien que ha vivido la suya y compartido retazos de la nuestra, nos sorprende recordando sucesos acaecidos ya olvidados, que ayudan a completar nuestro atlas, que siempre tendrá zonas de sombra y experiencias irrecuperables.
El conjunto de todas esas memorias individuales forma la memoria colectiva de un pueblo, de una comunidad, de una sociedad… Siempre me ha creado intranquilidad esa frase que dice que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla.