Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

domingo, 31 de agosto de 2008

Vuelvo a caminar...


Lo hago, pero no por la cintura cósmica del Sur, como entona Mercedes Sosa en Canción con todos, sino por la arena de la playa mediterránea, en la que después de más de dos meses he dado los primeros paseos largos, distintos a los habituales dentro de casa, los pasillos y salas de espera del hospital o para entrar y salir de la piscina. El/la que me haya visto habrá pensado que me ha dado un telele. Me cuesta mantener la línea recta, doy tumbos, piso con inseguridad y además me duelen los condenados talones, un dolor profundo, nervioso, similar al ciático. La jodida pierna derecha ha mejorado bastante, el hormigueo y el entumecimiento van desapareciendo poco a poco.

No me gusta la playa levantina, ni casi la de ninguna costa… No es para mí eso de estar tumbado en la arena, una vuelta, otra y sucesivas, van pasando las horas y te vas torrando a fuego lento. Y si me apuras tampoco la tumbona y la sombrilla, sobao, viendo las olas, al vecino de al lado, a los paseantes o dedicándote a la lectura distraída.

La playa de Xeraco, entre Tavernes de la Valldigna y Gandia, hace cuarenta años seguramente no la conocía ni el Tato. Algún avispado puso el ojo inmobiliario en ella y hoy es una franja de costa de dos kilómetros o más construida y una anchura de tres calles, donde veranean gentes del país, chés principalmente y algún manchego de Cuenca y Albacete, relativamente cercanas. Los guiris son aves extrañas, tan extrañas que cuando escuchas algún vous-vous o attenti, te sorprendes, aunque para pasmo el valenciá, lo habla hasta el apuntador.

Estos días de paseo en la arena, de más tranquilidad todavía de la que gozo últimamente, de buenas comidas y compaña, de escapada al puerto interior de L´Albufera, El Palmar, que casi no aparece en los mapas, y desde donde hemos dado un paseo en barca por el famoso, deteriorado y amenazado humedal; de visita al Mercat antiguo de Valencia y de degustación de unas clóchinas en Casa Pilar, muy cerca del mercado, me han resonado en la cabeza palabras sueltas de la canción: viento y luz, piel sobre piel, río en la sangre, voces, manos, esperanza…

El próximo fin de semana, como le he cogido gustillo, me vuelvo a ir, todo sea esta vez por degustar unas chuletillas de cordero lechal, de las de hueso fino, asadas en las leves ascuas de unos sarmientos y departir con viejos amigos en un pueblo casi perdido de la Sierra de Altomira, en Cuenca, pero tan rotundo como su nombre: Mazarulleque.

sábado, 30 de agosto de 2008

sábado, 23 de agosto de 2008

jueves, 7 de agosto de 2008

¡ Uf !


Pasada la que llaman la semana del moro, la que coincide con la festividad de Santiago, que suele ser la mas severa en temperaturas y canícula por estos lares, y que este año no ha sido tan exagerada como en otras ocasiones, nadie se esperaba un arranque del mes de agosto con tanto brío calorífico como hemos tenido en los dos últimos días. Son jornadas en las que a media mañana el termómetro ya está situado en más de treinta grados, el calor es insoportable, no sabes dónde meterte… Pasado el mediodía, después de haberte refrescado en la piscina o con la manguera, a la sombra, en la terraza o en el patio, empiezas a notar una brisa caliente, que sopla a ráfagas, pero con intensidad, es el viento africano que llaman, y que según los meteorólogos proviene de bolsas de aire que penetran desde África en el interior de la Meseta sur. Antesdeayer -dicen- alcanzamos los 42º grados centígrados, récord disputado con otras provincias, que como Toledo, también estaban en alerta naranja: Madrid, Ciudad Real, Jaén y Córdoba.

Hasta en estos pequeños detalles insignificantes te vas dando cuenta de cómo cambian las cosas en lo que a climatología se refiere. De siempre se ha hablado de Ecija, la sartén de Andalucía, como el sitio de más calor en verano. ¿Quién se acuerda ya de Ecija? Nada, nada, la realidad en lo que a subida de mercurio se refiere se va desplazando hacia el norte. Las hordas infernales suben, suben, tropiezan con el Sistema Central que actúa de barrera, rebotan y a dar vueltas se ha dicho y joder la pavana.

En ello seguramente también influye la creciente degradación y falta de caudal de los ríos. En nuestro caso, el Tajo, el más largo de la península, con recorrido de este a oeste, está enfermo y si nadie lo remedia tocado de muerte. En otro tiempo los ríos actuaban suavizando las temperaturas, aportando humedad y refrescando el ambiente. El Tajo en esta época discurre agonizante, sin apenas caudal, con mucho menos del que llaman mínimo ecológico, que debería ser al menos un 10% del caudal medio histórico de la cuenca y, con el cual poder mantener las condiciones naturales y garantizar el desarrollo de la vida fluvial.

Las inadmisibles políticas de trasvases, las captaciones para el riego de cultivos insostenibles medioambientalmente con aportes cercanos a los 10.000 m3 por hectárea, las extracciones de áridos, los vertidos sin depurar, etc., han hecho del río una cloaca, provocando que más de la mitad de las especies que lo habitaban y su entorno hallan desaparecido, que el enfangado de fondos anule la capacidad biológica del agua…

“Mientras no sepamos cuanto lo necesitamos no seremos capaces de recuperarlo. Somos hijos del Río, pero el futuro del Río depende de nosotros. Y con un río sin futuro no tendremos futuro nosotros, ni nuestros hijos”.