Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

martes, 7 de agosto de 2012

Avilés


Vista parcial de la ría de Avilés y del Centro Niemeyer
 El primer recuerdo que tengo de Avilés de hace casi cincuenta años es el de una ciudad gris, sucia y maloliente. Los abuelos, tíos y tías, primas y otra familia tenían algo que ver con ella, con sus altos hornos y la siderurgia, aunque Vicente, el abuelo materno, había sido ferroviario. El poblado de LLaranes, con sus casas y edificios uniformes, residencia de los currantes de Ensidesa. El paseo de la Estación donde vivían los abuelos en una casa que miraba hacia la ría. La plaza del Carbayu donde tenían sus reales las tías alegres y gordas Amelia y María Rosa. La prolongación del Quirinal de los tíos Román y Pili, en pleno campo. La playa de Salinas, Xagó, San Juan de Nieva, las salidas a pescar con los tíos Jesús y Lola en el 850. La negra ría de Avilés, el carbón, el humo, la niebla, la lluvia, el hollín, los vapores sulfurosos de las chimeneas humeantes, etc.
El crecimiento económico de los años 50 propició que la ciudad se convirtiera en una amenaza para la salud, con emisiones y sustancias tóxicas en suspensión en la atmósfera muy por encima de los valores máximos permitidos, lo que la supuso en los 80 el triste honor de ser declarada la ciudad española más contaminada por la situación insostenible de su atmósfera y el elevado número de casos y enfermos de asma.
Hasta no sé cuando eso siguió siendo así, luego nuestros familiares y seres queridos han ido desapareciendo, llegaron otras crisis llamadas reconversiones, que se llevaron por delante esa forma de vida y trabajo, y fueron quedando los restos, los posos, lo peor y lo mejor de cada sitio y casa, que es lo que hoy tenemos. Hubo gente que se plantó y dijo que había que cambiar, y así se hizo, y seguramente por eso, hoy Avilés es otra ciudad mejor, más habitable y limpia, más respetuosa con el entorno e integrada en él. Aquellas fachadas horripilantes de edificios sucios y negruzcos, han sido restauradas y pintadas en vivos colores. Las calles y plazas adecentadas. La parte vieja y casco antiguo recuperadas para la vida, el trato, la relación social, la cultura… Aparentemente todo ha mejorado.
El punto de la ría por donde entraban y salían las mercancías de la industria pesada hoy está ocupado por el modernista Centro Niemeyer, compuesto por una gran plaza-explanada, un lugar abierto a todo el mundo según el concepto del centenario arquitecto brasileño Niemeyer; un auditorio con escenario también utilizable desde la plaza, que además dispone de espacio para exposiciones pictóricas y fotográficas;  la cúpula, otro espacio expositivo, con funciones de museo; la torre-mirador ocupada por un restaurante con vistas sobre la ría y la ciudad; y un edificio polivalente con salas de proyecciones, reuniones, conferencias, tienda, etc.
El impacto social y cultural a nivel internacional de este centro ha sido innegable por la naturaleza de sus programaciones, personalidades del mundo del arte y las ciencias comprometidas y la repercusión mediática. La educación, la cultura y la paz son tres de los pilares de su razón de ser, y lugar cual imán, para atraer y compartir conocimiento, creatividad y talento. Esperemos que así sea y que ningún político casquivano lo impida.