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miércoles, 3 de octubre de 2012

La bien pagá



Garisenda y Asinelli, las dos torres de Bolonia


El comandante del Boeing 737-800 informa que volamos a 11.300 metros de altura. Que desde la salida de Bolonia hemos viajado en la diagonal de Parma, Torino, Marsella y Barcelona. Ahora comienza el descenso sobre Madrid, donde llueve y hay 16º C, y llegaremos en aproximadamente treinta minutos. Llueve por fin, han llegado las primeras lluvias con el inicio del otoño. Las necesitábamos para suavizar la sequedad existente, y deberán continuar para recargar una Naturaleza extremadamente castigada en los últimos meses en los que no ha habido precipitaciones. Luego en tierra, la radio informa del desastre ese día en algunos puntos del Levante por la gota fría, las muertes habidas y los daños causados.
Vuelvo de un viaje de dos días a Cesena y Bolonia, en el norte de Italia, del lado del mar Adriático. Uno de esos viajes que no sé aprovechar, ya que siempre los hago ajustados al calendario de trabajo o reuniones a las que acudo, y que si me los montara bien, podrían también servir para disfrutar y hacer algo de turismo. En este último año ya me ha pasado en dos ocasiones con motivo de otro viaje a Italia y otro a Francia. No aprendo.
Bolonia es la capital de la región de la Emilia-Romaña, ciudad antiquísima con el segundo casco medieval más antiguo de Europa después del de Venecia. Su Universidad fundada en el año 1088 es la más antigua de Occidente. Además ha sido cuna de un importante movimiento obrero, jugando también sus partisanos un notable papel en la lucha contra el fascismo durante la II Guerra Mundial. Primer nudo italiano de comunicaciones por carretera y ferrocarril, cuya estación es la primera de Europa por tránsito de pasajeros, y tristemente famosa por el atentado neofascista ocurrido el 2 de agosto de 1980 en el que murieron y resultaron heridas muchas personas.
Me viene a la memoria el comentario de hace unos días en el que alguien decía que el adjetivo bolo con el que se llama a los de Toledo procede de Bolonia, situando el origen del término en el siglo XIV, época en la que el arzobispo de Toledo Gil Álvarez de Albornoz fundó el Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles en la ciudad italiana. Parece ser que fueron muchos los toledanos que cursaron allí sus estudios. A la vuelta, licenciados de Bolonia, se les empezó a llamar bolos. No está demostrada esta versión, como tampoco ninguna de las otras que circulan, como la abjuración pública del arrianismo del rey Recaredo (“Ego volo” = “sí, quiero”), y así abrazar la religión católica. Ni tampoco las de las bolas de acero de las fundiciones vascas de las que se surtía la industria armera de Toledo, que eran denominadas “bolos”. O su procedencia de los cantos rodados del río Tajo…
Los italianos con los que he podido tratar estos días son gentes afables, amigables, abiertas y dispuestas a ayudar y explicar las cosas. Es una pena que el país tenga ahora de primer ministro a una persona como Monti, que dice estar dispuesto a continuar en la labor de reformas e implantación de medidas de austeridad para las que se le designó, pero siempre y cuando no tenga que pasar por las urnas. Esto es inconcebible en una democracia.
Un caso similar de erosión del sistema democrático nos está empezando a pasar en Castilla-La Mancha, con la señora (de) Cospedal, la bien pagá, que sigue cobrando tres sueldos: como secretaria general de su partido, diputada y presidenta regional. Y ahora se atreve, en un alarde de cinismo y populismo barato, a proclamar la eliminación de los sueldos de los diputados regionales y su reducción en número a la mitad. Que puedo decir de una persona que hace unos días comparaba la manifestación del 25-S con el golpe militar de Tejero y se quedaba tan pancha. Eso sí, se rodea de asesores nombrados a dedo, que duplican en un ejercicio el gasto en este concepto de los presupuestos regionales.
La señora de la peineta quiere alejar del pueblo la política y las decisiones que afectan a su presente y futuro, para dejarlas en manos de los patronos y pudientes. Con este sistema ¿quién podrá ser diputado o diputada? La respuesta, los más ricos, profesionales de la élite económica que se lo puedan permitir, sean útiles a determinados intereses a los que servirán, y solo si son de alguno de los grandes partidos, para el resto de la gente, la gran mayoría, ¡dejármelo a mí, que ya me ocupo yo! Todo atado y bien atado, como en tiempos del dictador.