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sábado, 18 de junio de 2011

Ni un palmo sin cultivar

De Handan a Jining

Dejamos Handan y nos vamos a Jining, más de trescientos kilómetros al sur. Durante toda la ruta el caos circulatorio es apreciable, pero parece controlado ya que todos los implicados asumen los riesgos de ese tipo de comportamiento y conducción –a veces-, temeraria.

La ruta atraviesa campos uniformes sembrados de trigo. Hay mucho trigo, pequeños huertos, invernaderos rudimentarios. No hay centímetro de tierra desaprovechado. Atravesamos pueblos con negocios desvencijados ubicados a ambos lados de la carretera. Nos cruzamos o adelantamos carromatos transportando personas; pequeños tractores tirando de enormes y pesadas cargas, como piedras, arena, sacos, troncos de árboles; camiones pesados; ciclistas. La ruta está llena de actividad, es un hormiguero.

Esta parece ser la nueva China, la de las rápidas comunicaciones, nuevas construcciones y negocios, grandes edificios y avenidas. La China real, la del gigante que en palabras de Amanda, nuestra guía e intérprete, antes tenía tres problemas: feudalismo, colonialismo e imperialismo, y ahora tiene otros tres: educación, vivienda y sanidad.

La nueva Ley china de la propiedad establece que "todo tipo de propiedad, desde la estatal a la colectiva, individual o de otro tipo, está protegida y nadie puede atentar contra ella". En el campo, la propiedad de la tierra es del Estado que la cede a los campesinos en régimen de usufructo durante periodos de hasta setenta años. Este sistema parece se seguirá manteniendo, ya que según las autoridades, el medio rural no está todavía preparado para la privatización de la tierra, que puede ser requisada por interés público, pagándose indemnizaciones por ella, subsidios para el realojo, compensaciones por los enseres y cosechas.

En la China feudal la tierra era propiedad de los terratenientes, los campesinos eran pobres y había hambrunas que diezmaban continuamente la población. En la nueva China, el sistema socialista garantiza la propiedad colectiva de la tierra, que no es de los agricultores, aunque tienen derecho a usarla y a administrarla, a través del contrato de 30 años conocido como de primera ronda, que una vez acabado se puede ampliar por otros 30 años. En este contradictorio sistema, los míseros agricultores que vemos por doquier, los de los 200 juanes mensuales de renta, los de los 600 m2 de parcela, pueden transferir el derecho de uso de la tierra a otros agricultores, aumentándose así la base de tierra cultivada e incrementándose la eficiencia agrícola. Los agricultores que han renunciado al uso de la tierra bajo este tipo de arreglo optan por trabajar en los sectores industrial y terciario.

Los medios de comunicación occidentales se hacen eco de que al sur, en Zengcheng (800.000 habitantes), provincia de Guangdong (Cantón), a casi dos mil kilómetros de distancia y un día de viaje por carretera, hay disturbios contra el Gobierno local provocados por miles de trabajadores chinos emigrantes, frustrados por las grandes diferencias sociales, la corrupción, los continuos abusos de poder y las subidas de los precios, en especial los alimentos y la vivienda. Según fuentes oficiales la inflación alcanzó en mayo el 5,5%, la cifra más alta desde julio de 2008.

En Zengcheng hasta que amaine el temporal sus habitantes han recibido instrucciones de no salir a la calle por la noche, y de no difundir fotos, ni imágenes de los disturbios por Internet, pero los censores llegaron tarde antes que pudieran borrarlas.