Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

domingo, 2 de noviembre de 2008

Cedena + Sainetes = Risa


Prologar cinco nuevas entregas de José Cedena, Pepe Utiquio, agrupadas en “Cedena + Sainetes = Risa”, algunas tan evidentes como “La cotilla cotilleada” o “El oculista de la vista” o con rotundas preguntas filosóficas como la que se plantea en “¿Por qué mean de dos en dos?” o sobre las aptitudes adivinatorias del Florentino o el peligro latente en “El asesino anda suelto”, no es nada fácil, y más cuando en poco espacio y menos tiempo, ya se ha dicho casi todo del autor y de sus esencias. Y digo “casi todo”, porque el muy cabroncete, sabiendo que todavía se puede estrujar un poco más la cáscara del limón, va, me llama estando yo tan ricamente de vacaciones, me suelta la píldora y me dice que rapidito.
Que vas a decirle en ese momento…, pues tontás y paponás…, que muchas gracias por haberse acordado de ti, que es un honor, que de acuerdo, que otra vez gracias. Todo mentira y farsa. Y él seguramente, al otro lado, desternillándose y con esa cara que pone a veces de no haber roto nunca un plato. Al aceptar, piensas, te has caído con todo el equipo. Pero no, no es así, le vas a aplicar al asunto un poco de su misma medecina: disparar a la línea de flotación y hacer el gamberro.

Pepe Cedena, malpiqueño de pro donde los haya, sagaz observador de la realidad diaria desde su escaño, tan conocido en los medios como las famosas bodegas y el marqués de marras, aparte de ganarse las habichuelas dignamente como buen currito, ser padre de familia, aficionado al culto a la mente además del cuerpo, actor y director teatral, se nos desparramó hace escasos años en una faceta desconocida –aquí el hábito sí hace al monje-, como autor de sainetes y entremeses, todo un maestro albañil de este subgénero teatral costumbrista, popular y jocoso.

Pepe siempre ha sido un bromista tímido, tanto y tan recatado que sólo acostumbra gastarlas el día de los Santos Inocentes. ¡Vaya pájaro! Seguramente de haber echado más cara a la vida, este cincuentón de oro tendría calle a su nombre en el pueblo. A pesar de su novelería ya es un viejo zorro en estos menesteres de la creación literaria y la farándula. No nos la pega. Sentadito en una esquina intenta pasar desapercibido. Sus formas y maneras le delatan. La cosa se le va por los poros, rezuma como fruta madura: el entrecejo cejijunto, la boina bien calada, la camisa hasta el último botón, los pantalones pescadores reatados por bajo el sobaquillo, las albarcas…, y ese gesto entre pícaro y resabiao del que ya está de vuelta de todo.

La contumaz dedicación del autor a este género teatral en desuso, es una apuesta personal que hasta la fecha le ha supuesto a Cedena, ser el único comediante español con obras de esta naturaleza publicadas en los últimos años, éxito editorial en ventas y amplio reconocimiento por su labor a favor de la difusión y el entretenimiento cultural. La recompensa de José Cedena ha sido traer a nuestros días a autores algunos caducos, otros quizás olvidados, como Ramón de la Cruz, Carlos Arniches, los hermanos Álvarez Quintero… Los actualiza manteniendo sus señas de identidad: una temática basada en las costumbres; un lenguaje popular con matices locales; la búsqueda de la risa, en ocasiones fácil, y otras inteligente; personajes absurdos, toscos, caricaturescos…

El envite de Pepe es arriesgado, limpio y sincero. La risa es su baza más importante, su propuesta de terapia muscular, sicológica, respiratoria y circulatoria. Espero que esa alegría de vivir, ese deseo de felicidad por encima de cualquier cosa, no nos oculte una visión idealizada del mundo que vivimos.

JOSÉ CEDENA