Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

martes, 23 de septiembre de 2008

La Paltrow




Que vivimos en una sociedad cada vez más idiotizada y carente de valores es algo patente y cotidiano. A ello contribuyen de forma notable algunos medios de comunicación, que como no hay noticias importantes, se dedican a propagar estupideces y ecos de sociedad de personajes y personajillos de la realeza, del mundo de la farándula y otra gente de mal vivir.

Arranco así esta entrega de hoy a cuento de una noticia aparecida estos días sobre la actriz yankee Gwyneth Paltrow que participa en una serie de próxima emisión en una cadena televisiva pública norteamericana sobre gastronomía española. Los conocimientos de la Paltrow sobre nuestra cocina los debió adquirir siendo quinceañera, en la segunda parte de los ochenta, cuando por espacio de un año y merced a un programa de intercambio estudiantil residió en Talavera de la Reina (Toledo) con una familia de “granjeros”, y por lo que cuenta, se atiborró a pastelitos de café, morcilla y jamón ibérico (del caro, eso lo digo yo).

Muy bien no le debió ir el asunto alimenticio porque desde entonces no ha vuelto a probar la carne (¡qué ignorante!) y ahora dice que prefiere los berberechos, las anchoas, el queso manchego o la paella. Tonta no es desde luego, y menos seguramente, después que en el año 1998 le otorgaran un Oscar y Globo de Oro a la mejor actriz por su interpretación en Shakespeare enamorado, premios que la lanzaron como celebridad del celuloide.

Pero esta linda y educativa historia no acaba aquí, no. Resulta que en el año 2003, para que no decayera el tirón mediático ya un poco lánguido, va el alcalde socialista independiente de Talavera de la Reina, el Sr. Rivas, y decide adoptarla como hija de la ciudad de la cerámica, haciéndole entrega del título apergaminado, de las llaves de la ciudad, del bastón de mando…, que la acredita como embajadora mundial de la provinciana ciudad de Talavera.

La concesión de tal título honorífico no estuvo exenta de polémica. Hubo quien se interpuso al procedimiento seguido ya que se consideraba y se sigue haciendo, que la actriz no cumplía las condiciones para merecer este honor, y la decisión adoptada, carecía de fundamento.
Normalmente en estos casos el paso del tiempo te da o te quita la razón. No sé lo que habrá hecho esta señora a favor del conocimiento de la ciudad, su cultura, sus gentes, sus costumbres, aparte de afirmar lo bien que lo pasó durante su estancia y la buena acogida recibida por la familia “granjera”, con la que sigue manteniendo lazos casi familiares. Creo que más bien, poco. Verlo para creerlo y contarlo.