Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

miércoles, 17 de octubre de 2007

Hoy he estado cabreado

Cabreado conmigo, con mi familia, con todo el mundo. ¿Razones?. No las sé. Se empieza a calentar el día desde bien temprano, por este o aquel comentario, por determinado gesto, porque has decidido que hoy tocaba salir del pueblo e ir de recados. ¡No sabes en que fregado te has metido!. Porque te soplan casi quince euros por trescientas fotocopias, a 0,05 la unidad, más de ocho de las antiguas pesetas. Por el numerito y la cola de Correos para franquear unas cartas. Por el tío de la madera al que le pides un tablero macizo de unas determinas medidas para cubrir la estantería de los libros, y el te dice que lo mínimo son no se cuantos metros cuadrados que cuestan más de cien euros. Porque me vacila cuando le digo si le aprobaron el carne de conducir conduciendo con una mano, y me dice que no, que es un rollo ir con las dos al volante. Y ya de vuelta a casa, cuando viene el del Instituto, por esas cosas de la mala química que a veces tenemos que nos hace acabar a voces.

Por la sórdida tarde que he tenido, reconcomiéndome en el cabreo y sin poder desahogarme con nadie. Mira que me cuesta soltar la basura. Luego me doy un paseo hasta el taller, me relajo algo, pero noto que en el escaso kilómetro que hay de distancia, me canso, me pesan los pies, me cuesta andar. Saludo por el camino a varias personas con desgana, a una de ellas con todo el fundamento del mundo si lo hay para estos casos. Nos repelemos mutuamente, y nos hacemos el típico gesto de cabeza de los que no quieren ni verse, pero así, de esa forma, dan el pego. El además emite un sonido gutural. Pienso, quiso decir algo, pero se lo tragó. Ya en el taller, lo típico de un coche de diez años y mas de quinientos mil kilómetros. Le hemos cambiado las dos ruedas delanteras que las tenía ya muy gastadas, la tapa del termostato que estaba rajada y perdía agua, el aceite, el filtro… Son, son…, pásate mañana, revisamos niveles otra vez y te suelto la mosca.

Ya en casa, la cargante de la vecina, ¡mira que es pesada!. ¿Qué que tal? Bien ¿Qué donde está la parienta?, que la quiere felicitar. Pues en la peluquería para celebrarlo, le digo a mala hostia. Y ya está cayendo la tarde, y repasas lo que has hecho en el día. No te salen las cuentas, cuatro tonterías de nada, y has vuelto a hacer lo de siempre, pasar cosas de hoy para mañana, que será otro día al que esperas venga más de cara. A saber, el fontanero por la avería de los suegros; acabar la correspondencia pendiente; empezar a preparar al menos dos escritos que tienes retrasados; corregir el reglamento de la marca colectiva; el famoso tablero de haya en bruto que luego tienes que camelar al carpintero para que lo prepare; los planes para la reunión de Barcelona con los gabachos… Os prometo que no me aburro. En este asunto ocupacional cumplo sobradamente con las prescripciones.

El blog, piensas, está bien, vas haciendo en él una especie de diario, con comentarios de variada índole, anotaciones, chascarrillos, etc., pero falla en una cosa: los destinatarios y usuarios del otro lado, no se implican, te hacen llegar muy pocas opiniones. En ese sentido es algo desalentador. Habrá que ingeniárselas para mejorar este asunto de la participación.

El próximo comentario, también en tono cabreado, lo tengo reservado a la Ley Electoral de Castilla-La Mancha, este raro engendro de Comunidad Autónoma en la que vivo, trabajo, sufro y pago impuestos desde hace veintitrés años.