Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

jueves, 26 de septiembre de 2013

Diario del estío (y LIV)




País en ruinas y descomposición
Hoy parece que el coche vuela sobre el asfalto de la autovía camino del hospital en Madrid. No son aún las seis de la mañana y ya la vía parece una culebrilla serpenteante llena de lucecillas rojas, como si se tratara de un cordón de alimentación, que se va llenando según se acerca el alba, y nutriendo el gran pulmón de la enorme urbe iluminada al fondo.
Me quedo antes, en las afueras, en la zona oeste. En una hora he llegado a destino para realizar pruebas de control que me ocuparán parte de la mañana. No me molesta madrugar, pero lo de hoy ha sido por demás. Me he caído de la cama como suele decirse y ya no he podido conciliar el sueño, aparte de los picores en la piel que en los últimos días me están dando tormento, y que por la noche, son más intensos y desesperantes.
El hospital a esas horas todavía no está puesto. Los pacientes que van llegando sí que están preparados para sus abundantes menesteres de citas, pruebas, consultas, diagnósticos, etc. Los aparatos parece que hoy no quieren arrancar y en las pantallas informativas se resisten a aparecer los turnos.
Llevo casi siete años dando tumbos por hospitales y consultas. Debería estar curado de espanto, pero no acabo de acostumbrarme a ello. Hasta entonces pocas veces había pisado estos centros, salvo para alguna urgencia o trámite sin importancia. Ahora es algo habitual en mis quehaceres, costumbres y actividades. Cuando no es una cosa es otra, y además siempre en el filo de la navaja. Preparado para un desplante, una queja que sube de tono y ya es protesta, una reclamación… Cuántas ha habido en estos años? Unas pocas y todas contestadas de la misma forma: lamentamos las molestias que le hemos ocasionado. Reclamar en las actuales circunstancias sirve de poco, casi de nada, pero es necesario seguir haciéndolo.
Amanece lentamente y ya he completado dos de las tres pruebas. Esto va como el coche en la carretera. Anoche me reía un rato, que buena falta me hace, de los últimos incidentes parlamentarios derivados de las mentiras de Rajoy sobre Bárcenas, y del papelón de la señora Villalobos, sustituta del presidente ausente. Vaya tía con genio y mala leche. Todo ello y su ineptitud la inhabilitan para ejercer el cargo de manera neutral y mediadora. Viéndole la jeta que tiene, pensaba que esta es la casta de la mayor parte de los políticos que tenemos, que han hecho carrera por ser cargos electos y en lo que parece que llevan toda la vida. Hay que jubilarles, igual que al Borbón, pasar página de este sistema podrido, corrupto y reiniciarlo.
No sé si podremos. Seguramente nuestra generación no lo verá, aunque si me gustaría vivir, con mejores resultados que entonces, una nueva revuelta y subversión del orden, como en mis años de juventud, con la caída del régimen y el advenimiento de la democracia. Lo necesitamos todos, pero especialmente la juventud de hoy que será el futuro de mañana, a la que a este paso le entregaremos un país en ruinas y descomposición que no se merecen.