Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

domingo, 7 de julio de 2013

Diario del estío (X)




 Sanfermines 2013
Donde las dan las toman
Hoy es de esos días que es mejor dejar aparcados y olvidarlos. Cuentan en el debe de nuestros años, y son jornadas que perdemos, que podían haber sido aprovechadas de otra forma, pero que quedan truncadas.
Hoy creo que ha sido otra vez el calor. Ya son muchos los días de altas temperaturas, de sofoco, de imposibilidad de descansar bien por la noche, y esas circunstancias van minando, haciendo mella, y hay pocos cuerpos que lo resistan, el mío uno de ellos. Sales ya acobardado de casa por la mañana. Te acercas al huerto a cambiar la postura del riego, vuelves a casa a preparar la pitanza, te cuesta ir a la piscina aunque sólo sea para refrescarte y no hacer nada más, y cuando ya es algo más de mediodía, entiendes definitivamente que algo no funciona bien: el maldito calor.
El conejo guisado acompañado de papas arrugadas, según mis expertos y aduladores comensales, estaba de lujo. Cocinar es un acto de generosidad. Valorar y apreciar los resultados, un reconocimiento que te reafirma en la técnica empleada y te hace mejorar. Mirad lo que pasa en la carta de un restaurante con este plato: Conejo campero condimentado al ajo morado con suave perfume de finas hierbas y toque picante acompañado de unas papas arrugadas (no tienen traducción finolis). No pongo precio de lo que pueden pedir o tu estar dispuesto a pagar. No me ha costado más de 15 euros y ha dado de sí cuatro raciones abundantes.
Luego por la tarde he estado jugando un ratito al escondite. Había quedado con una persona en su casa, donde me he presentado a la hora convenida y no estaba, se había ido al río. Me he acercado al embarcadero y no estaba. Así que con la misma me he dado media vuelta y me he ido a por otro, al que había quedado en dejarle una carta por propia indicación, en su casa. Tampoco estaba, no hay buzón y por debajo de la puerta no entra el sobre. Esto es una prueba evidente de que los calores atontan las cabezadas, derriten y languidece el seso y nos abotagan. Vamos a ver, no quedes conmigo si te vas al río,  llámame para decírmelo y ahorrarme el viaje. Y tu capullo histriónico, no te quedes conmigo de esa forma, no me digas que te deje la carta en casa si no tienes un miserable buzón de correos.
Con el primero he vuelto a quedar en hablar mañana, con el otro, como no quiere la entrega en mano, pues por correo certificado y con acuse de recibo. Donde las dan las toman.