Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

viernes, 10 de julio de 2009

¡ Deja de jinglar !


Hace unos días en el transcurso de una conversación entre amigos alguien utilizó el término jinglar que nunca había oído pronunciar. Hay veces que esto sucede no sólo con gente cercana, sino con conocidos próximos o de otras procedencias geográficas o personas con las que hablas por primera vez.

La más de las veces, por precaución o reparo a preguntar a qué se refiere el palabro utilizado, la cosa queda así, en el anonimato, y normalmente se olvida de no tomar nota de ella. Otras, cuando hay confianza, el interlocutor o no sabe muy bien qué ha querido decir o se explaya en su explicación o te mira con cara de circunstancias -pensando que te estás quedando con él-, o si hay más contertulios se lía la de dios, ya que todos conocemos alguno más que hemos oído utilizar, que nos han contado o que se usa en tal o cual sitio para referirse a esto o aquello.

Este último caso suele acabar en guirigay, risas, chistes… ya que son palabras que dan pie a ello por su etimología y significado aplicado, que a veces no concuerda con el académico, pero que dan juego. Según el Diccionario de la Lengua Española jinglar procede del francés antiguo jangler que quiere decir burlarse o parlotear, muy propio de los gabachos -esto último lo digo yo-; y en castellano se utiliza para dar gritos de regocijo, burlarse o para quien se mueve de una parte a otra colgado, como en un columpio.

Por tanto sirve para un roto y un descosido. No es de extrañar que cuando nos liamos la manta a la cabeza con el uso de estas palabras y requiebros lingüísticos no nos entiendan los de afuera, enredemos nuestra comunicación y demos pie a malos entendidos o a que nos miren como a bichos raros.

Jinglar es un verbo aplicable al presente, a las relaciones de nuestros días y al entorno. Su uso en la referida charla hacía referencia a una persona que siempre está dando la matraca, puntillosa, solícita, que se mete en todos los fregados y charcos, y que además, socarronamente interpreta este mundo convulso y en crisis que vivimos. Viene pintado para la ocasión el refrán “líbrame del buey manso que del bravo me guardo yo”. Dame personas que sean jinglosas, que estén en la brecha, que no callan, comprometidas con su tiempo; que de las otras, las conformistas, las apáticas, las que dan la cabezada a la primera de cambio ya hay bastantes, por desdicha, demasiadas.

No dejéis nunca de jinglar, jinglemos juntos…