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lunes, 5 de agosto de 2013

Diario del estío (XXXVIII)




Cebollas en el Mercado de la Boqueria (Barcelona)


Contigo pan y cebolla
En el campo me crié entre largos verdes lazos,
aquel que llora por mi es el que me hace pedazos.
Voy al mercado y compro una bella,
llego a mi casa y lloro con ella.
Estoy ya de cosecha de cebollas. Dice el vecino que el cultivo de este género se me da muy bien, y que todos los años tengo buen cebollar. No es para tanto. Este año se me ha ido la mano, y la verdad, tengo alguna más de la cuenta. Me da mucha rabia quedarme corto y luego no tenerlas, pues en casa se consumen frecuente y abundantemente.
Las hay de guardar, la que llaman de Recas o valenciana, moradas y blancas. De estas últimas es de la que más cantidad hay. Espero conserven bien y aguanten.
Esta tarde mientras cortaba raíces y tallos, después de algunos días de oreo tras arrancarlas, me venía la frase “tienes más capas que una cebolla”, dicho de las personas que no se muestran como son, que nos dan una cara y luego resulta otra, que tampoco es. Bueno, que cuesta llegar a conocerlas, y mientras tanto, te puedes llevar alguna que otra sorpresa.
Hay muchas. Abundan. Como el propio cultivo que es uno de los más extendidos en el mundo, representando China e India la mitad de la producción mundial.  Como casi la gran mayoría de las plantas alimenticias procede del Asia Central e indiscutiblemente forma parte de nuestra alimentación y de la dieta mediterránea. Al igual que el ajo, son de la misma familia, es un dechado de virtudes salutíferas con potente acción contra el reumatismo, disuelve el ácido úrico responsable de la enfermedad de la gota. Tiene en su composición altas cantidades de vitaminas A, B y C, más azufre, hierro, yodo y potasio. La variedad roja ayuda a combatir la osteoporosis, gracias al alto contenido de sustancias antioxidantes. Protege el sistema cardiovascular, el urinario y la próstata, etc.
La cebolla nos hace llorar con profusión de lágrimas, picores nasales y estornudos. Tanto, que a veces, hay que parar en su manipulado porque es imposible seguir, a menos que pongas en peligro algún dedo con el cuchillo. Esta peculiaridad es debida a que en el corte se produce sulfóxido tiopropanal, sustancia irritante y que en la Naturaleza defiende los bulbos frente a depredadores.
El poeta y escritor chileno Pablo Neruda la glosó en su Oda a la cebolla en el libro Odas Elementales del año 1954. Pero para poesía famosa sobre la hortaliza y canción de cuna triste, las Nanas de la cebolla que escribió nuestro poeta Miguel Hernández en 1939 a su mujer e hijo, que pasaban miseria y hambre, mientras el cumplía condena en la cárcel por haber participado en la parte republicana durante la Guerra Civil Española, y que Joan Manuel Serrat inmortalizó en 1972 en un disco dedicado al poeta andaluz.
Hoy una huída de la imaginación… y ya sabes “contigo pan y cebolla”.

1 comentario:

BEATRIZ ARROGANTE dijo...

Maldito sulfóxido tiopropanal!!! Ya te pillaré ya...