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martes, 17 de junio de 2008

Dudas e incertidumbres


A estas alturas de la película, y después de haber depositado, a pesar de los pesares, plena confianza en la medicina y sus profesionales, me surgen dudas que nadie me ayuda a solucionar.

Resulta que tras el diagnóstico inicial de las dos enfermedades, los médicos no se ponían de acuerdo sobre la conveniencia o no de iniciar el tratamiento de ambas patologías a la vez debido a su agresividad. Finalmente decidieron hacerlo, supongo que tras haber analizado los pros y contras, y consultarlo con otros centros. Así, en teoría, debería funcionar a mí entender el asunto, pero no lo sé. Si me trasmitieron las dudas iniciales que tenían, lo lógico hubiera sido también haber recibido una explicación del porqué de la decisión final y de los supuestos riesgos que entrañaba, como finalmente se ha demostrado ¿llegaron a evaluarlos?.

¿Habría ocurrido todo de igual manera si los médicos que ahora me atienden hubieran sido los mismos facultativos que prescribieron los tratamientos iniciales?. Creo que no. Aunque todo esté escrito, registrado y sustentado en pruebas contenidas en un expediente médico, la atención y seguimiento recibido se rompe y desaparece cuando su responsable se va y viene otro nuevo, por lo general, con distinto bagaje experimental. Haber pasado por la tutela, en poco más de siete meses, de cuatro hematólogos distintos y sin relación entre ellos me ha perjudicado.

Los episodios continuos padecidos de pérdida de defensas, durante la aplicación de las sesiones de quimio y su tratamiento mediante movilizadores de células madre ¿Podrían haberse producido de diferente forma y a distinta intensidad?
¿Se estimó el tremendo sobreesfuerzo y desgaste al que es sometido el organismo de forma continuada con la administración de fármacos generadores de neutrófilos?. Tengo serias dudas de que se haya hecho.

El primer ciclo y sesiones de quimio acabaron a finales del mes de enero. El control intermedio efectuado sobre la eficacia del tratamiento así como el final fueron alentadores, la enfermedad ha remitido y no quedan indicadores residuales. El linfoma está prácticamente curado aunque habrá que seguir con sesiones de recuerdo. Dos meses y medio después se presentan los primeros síntomas de lo que luego será la crisis cardiaca padecida. Tras pruebas y pruebas realizadas en los quince días anteriores al desenlace, nadie encuentra explicación. Bueno sí, estoy algo perturbado mentalmente.

En las numerosas pruebas previas que me hicieron deben existir parámetros, indicios y hasta evidencias que fueron pasadas por alto. La cardiopatía crónica o tardía está descrita en los libros de medicina y estudiada desde el año 1967. Es la de mayor importancia en cuanto a toxicidad en pacientes tratados con quimio, afectando a un 2% de los casos, y depende de la dosis acumulada de antraciclinas, siendo irreversible, caracterizándose por una pérdida progresiva de la función cardiaca, asfixia creciente hasta en situación de reposo y otros síntomas. Se afirma que la mejor manera de determinar el funcionamiento del corazón a efectos de recibir y de controlar el tratamiento es realizar una FEVI (fracción de eyección de ventrículo izquierdo). ¿Por qué no se me hizo esa prueba a mí?. Ahora me queda entrar en ese porcentaje importante de enfermos que mejora con la administración de medicación a base de digoxina y vasodilatadores, y reposo, mucho reposo y tranquilidad.

Ya no quiero seguirme haciendo más preguntas, que ante la falta de respuesta, amplían las incertidumbres y temores. Espero que con el paso de los meses recupere parte de las funciones del maltrecho corazón, las fuerzas que ahora me faltan, gane una batalla más y esté preparado para la siguiente. ¿O ya con esta se acabarán todas?


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