Como en la vida misma
Hoy he pasado el día con la sensación de estar escondido de
todo lo que me rodea, aislado de los sonidos y pálpitos de la calle, del barrio
y del pueblo. El día ha estado barruntón,
con nubes amenazantes de tormenta, y mucho sofoco. Salvo a la huerta por el
tema del agua, no he ido a ninguna parte más, ni a la piscina, hoy me he dado
descanso, ni al refrigerio posterior. No tenía muchas ganas.
He estado dándole vueltas a la semana que viene y haciendo
algunos preparativos de cosas y tareas que tengo, sobre todo las del fin de
semana próximo, relacionadas con la feria del ajo de Las Pedroñeras. Procurando
no se me escape ningún detalle y anticipándome a posibles eventualidades. De
momento todo aparentemente está controlado en lo que a mí respecta, lo que
depende de otras personas, ya es harina de otro costal. Pero bueno, no suele fallar.
Mañana toca consulta de digestivo a primera hora en Madrid,
luego tengo que acercarme al centro a hacer algunas gestiones, y después al
otro hospital, a visitar a los abuelos. Mañana operan a Perico de una rodilla y
la abuela sigue peleando con el postoperatorio, del que le está costando salir.
Con este plan, este verano no sabemos si
vamos a podernos escapar a pasar unos días de vacaciones, probablemente no. Si
escampa el asunto y mejoran los enfermos, a lo mejor en septiembre… Ya veremos.
Hoy ha vuelto a manifestarse, por séptima vez en lo que va
de año, la marea blanca madrileña contra la privatización de la sanidad y
externalización de seis hospitales de la Comunidad, proceso suspendido cautelarmente
por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, tras el recurso presentado. La
movilización es el ariete que no cesa, que nos recuerda el intento de desmontar
la sanidad pública, y que va golpeando en la conciencia de todos y desarmando la
negación absoluta de los hechos de estos gobernantes del saqueo y la piratería.
Una cortina de agua nos ha barrido esta tarde. Los goterones
provocaban en el asfalto caliente de la calle, diminutas salpicaduras de las
que se desprendía un velo de vapor. La tormenta ha pasado rápida, silenciosa, sin
causar daño. Luego quietud y algo de frescor, que rápidamente ha sido ahogado
por el Sol que ha vuelto a hacer acto de presencia. Como en la vida misma.
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