
Tras conocerse mí ingreso con una crisis cardiaca derivada de la toxicidad de la quimio, primero Marga y mis hijos, y yo después, cuando ya estaba visible, hemos recibido multitud de muestras de apoyo, respaldo, ánimo, ayuda y solidaridad por parte de la familia, los amigos, los compañeros, los vecinos y los conocidos. Creo que han sido ejemplos de adhesión sinceros, de los de verdad, no de los que se hacen por guardar las apariencias y las formas.
Yo nunca he sido proclive a este tipo de manifestaciones, que por lo general, y en el ámbito personal, han supuesto no acudir a hospitales, entierros, a visitar a enfermos, etc., por lo que siempre me han considerado como un bicho raro, descortés y maleducado. El último episodio de salud padecido me ha enseñado la importancia que tiene para un enfermo y su familia sentirse, en esos momentos delicados, arropados por la gente de tu alrededor, lo que supone una corriente de refuerzo y protección inestimable.
Quiero daros las gracias a todos los que desde el primer momento nos habéis llamado, enviado mensajes y visitado en el hospital; a los que me cogisteis la mano cuando estaba enchufado; gracias por los besos, abrazos, caricias que me regalasteis; a los ruidosos; a los que me habéis hecho reír con chascarrillos y majaderías; a los que me han obsequiado con libros y otros regalos… Gracias.
Quiero dar las gracias a los que sin hacerse presentes ni manifestarse, sé que han estado pendientes de mi estado y evolución, y desde su silencio, también me han deseado lo mejor.
A todos, próximos y lejanos, gracias, mil gracias, ya que vuestro apoyo nos ha ayudado a salir del agujero.
Yo nunca he sido proclive a este tipo de manifestaciones, que por lo general, y en el ámbito personal, han supuesto no acudir a hospitales, entierros, a visitar a enfermos, etc., por lo que siempre me han considerado como un bicho raro, descortés y maleducado. El último episodio de salud padecido me ha enseñado la importancia que tiene para un enfermo y su familia sentirse, en esos momentos delicados, arropados por la gente de tu alrededor, lo que supone una corriente de refuerzo y protección inestimable.
Quiero daros las gracias a todos los que desde el primer momento nos habéis llamado, enviado mensajes y visitado en el hospital; a los que me cogisteis la mano cuando estaba enchufado; gracias por los besos, abrazos, caricias que me regalasteis; a los ruidosos; a los que me habéis hecho reír con chascarrillos y majaderías; a los que me han obsequiado con libros y otros regalos… Gracias.
Quiero dar las gracias a los que sin hacerse presentes ni manifestarse, sé que han estado pendientes de mi estado y evolución, y desde su silencio, también me han deseado lo mejor.
A todos, próximos y lejanos, gracias, mil gracias, ya que vuestro apoyo nos ha ayudado a salir del agujero.