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domingo, 8 de agosto de 2010

La sonrisa de la regidora



El cabrón del Cojo se la soltó así tal cual si se iba a presentar a las próximas, a lo que ella sonriente respondió que depende de lo que dijera el partido…, pero que lo más probable es que sí. Verla trajeada ahora, en la churrería por la mañana con ropas del día a día, en camiseta estampada con lemas protestatarios de caminos y fincas, da igual, es la china de la sonrisa.

Seguramente sabe que el partido no existe, que lo que ella llama así es esa caterva de trajeados y acólitos que hoy han venido a cortar la cinta, a pasearse por entre los visitantes y expositores, a hacer declaraciones insustanciales a la tropa de medios desplazados para la ocasión, a robar el protagonismo a los protagonistas, y que luego se irán por el mismo sitio por donde han venido, sin más pena que gloria, dejando ese regusto de encabronamiento que te tienes que tragar por guardar unas formas, que ellos mismos, los del partido no saben mantener y han instituido-prostituido.

El asunto es que antes de ir a comer, a pocos metros del lugar del convite y buscando una sombra donde cobijar el coche de los rigores de la estación, una estampa tercermundista y real, a la vista de todos, al pie de la carretera, me golpeó y se hizo presente en un momento interminable: varias cuadrillas de hindúes, hombres y mujeres, vestidos con ropas sucias y ajadas, se afanaban sudorosos en cuclillas o sentados en cajas, entre pilas de manojos de ajos, cortando troncos y raíces, a pleno sol inmisericorde, sin protección, rodeados de polvo y desechos, ante la mirada indiferente de los escasos transeúntes de la hora.

Un año más llegando las fechas de la zafra ajera vuelve a suscitarse el asunto de la contratación de trabajadores inmigrantes para las labores de campo y corte. Una vez más vuelven a reaparecer viejos problemas de alojamiento, irregularidades, declaraciones y cruce de acusaciones. Se volverán a desmantelar asentamientos ilegales, se controlarán trabajadores sin papeles, se abrirán expedientes, se impondrán sanciones y multas…
La china sonríe y procura pasar de lado y no hacer mucho ruido, es un argumento feo, que da titulares que restan, que no interesan a su futura carrera que depende de lo que diga el partido, que probablemente sea que sí.

Este año todo el mundo está contento, o por lo menos debería estarlo, pero no es así. Van dos de bonanza en lo que a precios se refiere, después de otros tantos de ruina y dificultades que han dejado profunda huella. En este sector cuesta mucho más sobreponerse a la adversidad, que festejar el éxito. Hoy nadie se fía y esa suspicacia se nota en el trato, en el humor, en la forma de afrontar el futuro inmediato, en las conversaciones nocturnas al fresco, en los bares a la hora del café.

Es verano, hace mucho calor, el sol a las cinco de la tarde cae aún con rigor, es hora de volver. Paso de nuevo junto a los paquistaníes que ahora, a la sombra de varios árboles, se arremolinan agitados en torno a un todo terreno en cuyo interior hay dos personas con trasiego de papeles, anotaciones y sobres. Continuo mi camino, recuerdo la sonrisa de la regidora y con zozobra eso de que el partido proveerá.

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