El Roto |
Ignominia
Hoy domingo hemos tenido un día de fuerte calor. Son casi
las ocho de la tarde y todavía el ambiente está cargado. Canta la chicharra sin
parar no muy lejos, seguramente encaramada en lo alto del laurel. Cuando suenan
mucho, los viejos del lugar hablan de día de chicharrero, en alusión al calor
que hace o va a hacer.
He escogido mal día para el trasplante de las crucíferas de
otoño (coliflor, repollo y lombarda) y alguna escarola. Aunque esta mañana he
encharcado bien los surcos y la planta llevaba cepellón enraizado, seguramente han
pasado un fuerte estrés. Ahora me acercaré, cuando baje el sol algo más, a
refrescarlas y dar una vuelta por el huerto.
Han pasado las fiestas, sin pena ni gloria, y afrontamos la
última parte del mes de agosto y de las vacaciones de aquellos que han podido tomárselas,
pensando en lo que nos deparará el último tramo del verano, la vuelta al curro –los
que lo tengan-, el inicio del curso escolar, y en la acumulación de energías
para el otoño y el invierno que nos vienen.
El pueblo se irá vaciando poco a poco de forasteros y
veraneantes, y quedaremos los de siempre, con nuestras rutinas y pequeñas
miserias a cuestas. Una importante que tenemos que afrontar es la del conflicto
sanitario y los recortes. Ya conocemos el auto del Tribunal Superior de
Justicia que desestima el recurso presentando por el Ayuntamiento y que no
agota la vía administrativa a la que se podrá acudir en reposición. Los
argumentos esgrimidos por los responsables sanitarios que recoge el auto, están
llenos de medias verdades, en algunos casos, y en otros, claras manipulaciones
de información y datos. Cuando la administración de turno recurre a esta
estrategia mentirosa, lo primero que te golpea es la indignación por la farsa a
la que nos quieren someter, y luego, la confirmación de que estamos gobernados
por personas y políticas a las que les importa un carajo el bienestar de los ciudadanos.
No sé qué va a pasar en los próximos meses, en el resto de
esta ignominiosa legislatura, pero la percepción que tengo es que esto no lo
arregla nadie. Los de siempre sentados confortablemente en su machito, los rivales
desunidos, y el pueblo, callado e inmóvil, dando conformidad con su silencio a
lo que nos está sucediendo.
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