Campamento en La Herrera (Albacete)
Así no
Hoy no sé por dónde coger el hilo, me rondan algunas ideas,
pero no tienen la suficiente enjundia para soltarlas. Hacía días que no oía la
radio, y en el viaje de ida, con la fresca madrugada hacia la Mancha Baja, me
he despachado con las noticias más importantes del día. Más de lo mismo: corrupción,
mentiras, engaños… De la tragedia real del día a día de mucha gente sin trabajo
y con penurias, nada de nada.
En dos semanas la cosa sigue igual o peor. Hay que acudir a
otras fuentes para atisbar la otra realidad, la que los medios oficiales ocultan,
y los opositores, sólo tocan de rondón.
Así nos va. Se nota en la gente, que ya no sabe que hay que
hacer para salir de esta, si se mueven, de nada vale o de muy poco, aparte de
una simple protesta o queja, que queda enseguida ninguneada por el portavoz
oficial de turno. Si no lo haces y te cruzas de brazos, que pasas, que careces
de conciencia, de compromiso, de responsabilidad social…
Nadie quiere alzar la voz y hablar con claridad de que así
no vamos a ninguna parte, o sí, a un pozo sin fondo del que habíamos salido a
costa de lucha y conquistas, y ahora estos desgraciados, nos vuelven a empujar.
Pero la cosa no queda ahí. Es tanta la prepotencia que tienen, que a los más
incautos, les tienen cogida la medida y todavía se atreven a decir y
justificar, que lo que nos está pasando es culpa de otros, de los anteriores.
Olvidan que ellos fueron los que pusieron los cimientos de esta infame burbuja y
especulación económica que nos tiene atrapados y de la que no saldremos a no
ser que se empleen otros métodos y procedimientos a los actuales.
Durante la mañana saco adelante el trabajo acumulado, sobre
todo ver la correspondencia, ordenar papeles y colocar cada cosa en su sitio.
Por un buen rato me olvido de los lúgubres pensamientos matutinos. Cuando
decido que ya está bien por hoy, y salgo a la calle de nuevo, con el sol a
plomo, me doy de bruces con las cuadrillas de jornaleros rumanos y magrebíes,
que también han acabado su jornada en la zafra del ajo. Seguramente estarán
instalados en algún campamento incontrolado, de los muchos “invisibles” que
hay, sin las condiciones higiénicas y sanitarias necesarias, descansando y durmiendo
en el suelo, al cobijo de algún matojo o arbolito que les protege del sol. Esta
es la Europa de la igualdad de oportunidades, del trabajo justo y remunerado, cualquier
parecido a la realidad es pura casualidad.
No sé qué pasará mañana, pero este camino que llevamos ahora
hay que abandonarlo, está lleno de trampas y recodos en los que nos esperan
nuevas sorpresas, y no son buenas, no.
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