Medición de azúcar en sangre.
El fin de semana ha pasado sin pena ni gloria. Anodino. Las visitas de la médica de guardia, el trajín del personal sanitario y auxiliar, y poco más. No ha habido menú especial por ser día feriado, ni celebraciones, ni algarabías. Los paseos, cada vez más largos, por estos pasillos interminables que en estos días están desiertos, han sido frecuentes y con la mascarilla amarrada al hocico cada vez que salgo de la habitación. Es una de las instrucciones y norma de protección en los próximos meses. En el hospital siempre con máscara, y fuera de él, evitar ambientes contaminados, muy concurridos o en los que puedan existir focos de polución.
La mama vuelve por la tarde noche y me cuenta los quehaceres. No ha parado. Ha traído a sus vástagos una empanada y un rollo de carme asada. Me relamo. No paso hambre, pero la dieta hospitalaria es justa, y más ahora que es baja en potasio. Ya no puedo elegir menú como estos días atrás. Ahora tengo que tragar con lo que viene de la cocina siempre marcado en letra mayúscula BAJA EN POTASIO. Otro de los problemas a raíz del tratamiento de corticoides e inmunodepresores ha siso el azúcar. Nunca lo había tenido, ahora está disparatado y me tienen que pinchar insulina cada dos por tres. Espero que esto se corrija y normalice, de lo contario vaya coñazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario